Pero también existen técnicos desheredados. A los que permanentemente les han colocado sus clubes en la picota, como Muñiz en el Racing, y que tuvo que pedir cobijo en su añorada Málaga para que le dejaran expresar que el fútbol debe ser lo único que importe en un vestuario.
Sneijder y Etoo pronto recobraron la ambición. Golear al Milan, el eterno rival de Inter, les devolvió la sonrisa y el protagonismo que les negaban. "Yo estaba muy bien en el Real Madrid. Quería triunfar con esa camiseta pero no he podido. No me han dejado. Ahora no me queda otra que buscar la felicidad en el Inter y he empezado bien", dijo ayer Sneijder en Radio Marca, que en su primer partido como neroazzurro participó en dos tantos y Etoo demostró que con Diego Milito puede hacer historia en la casa de Moratti.
Robben salió de estampida, similar a sus carreras por la banda, del Bernabéu y el sábado ya lucía el frenético rojo del Bayern. El extremo salió tras el descanso y puso en pie el Allianz Arena. Dos goles que resucitaron a Bobby Charlton, como le llamaban sus compañeros en Valdebebas por su parecido con la leyenda inglesa.
"Me gustaba el Madrid. La gente me quería, pero los nuevos dirigentes no", explicaba Robben que dejaba mensajes en el aire para que los recogiese el receptor indicado. "Pellegrini contaba conmigo, pero él no decide. Ahora pienso en el futuro y sería genial poder cruzarnos en la Champions con ellos. Si marco dos goles frente al Real Madrid, sería fantástico, aunque no guardo ningún tipo de rencor", apostilló.
En Valencia, el caso de Banega es disparatado. Ever llegó con la vitola de crack desde Argentina y se marchó por la puerta de atrás al Atlético, donde nunca se ganó el traje de titular. A los rojiblancos les faltan mediocampistas con talento, pero no ejercieron su opción de recompra. Su vuelta a Valencia le encaminaba a otro destino y cuando tenía pie y medio en el Everton. Emery osó a darle la batuta y, ante el Sevilla, Banega resucitó y arrancó el motor de un equipo que parecía gripado.
En Almería, Mendilíbar, que no tenía claro si tras Asenjo había vida, se frotaba los ojos al ver como Jacobo, el portero que mandó exiliar en Getafe, le ganaba un punto al Valladolid. Parejo no encontró un hueco en el nuevo Madrid. Nada más llegar al Getafe le ha hecho líder.